Las cosas van mal. Las ventas han ido cayendo mes a mes durante los últimos cuatro o cinco años. Tan sólo quedan en nómina unos cuantos trabajadores con mucha antigüedad en la empresa, a los que no quisiera despedir. Los impagados se acumulan en el cajón junto a las cartas de Seguridad Social, Hacienda y el banco. ¿Qué hago? ¿Solicito el concurso de acreedores?
Depende. Lo primero que tiene que tener presente es que, si su empresa debe sueldos o indemnizaciones a los trabajadores, cotizaciones a la Seguridad Social u obligaciones tributarias por las tres últimas mensualidades, con la Ley en la mano, no tendrá, antes o después, otro remedio que solicitar la declaración de concurso de acreedores, a no ser que inicie negociaciones formales con sus acreedores y así lo comunique al juzgado.
Sin embargo, si usted cree que con algo de tiempo puede capear la tormenta, debe intentar un acuerdo preconcursal. El inicio de negociaciones para alcanzar un acuerdo preconcursal concede a la empresa o persona que incurre en causa de declaración de concurso un plazo de inmunidad frente a embargos y ejecuciones durante tres meses. Es decir, durante ese plazo puede usted intentar alcanzar un acuerdo de pago con sus acreedores que le permita salir de la situación de insolvencia en que se encuentra. Los acreedores tendrán que valorar de qué manera arriesgan menos, si dándole facilidades o cerrándose a cualquier modifición sobre su crédito o sobre los plazos de pago. Si consigue convencerles, ¡suerte y ánimo que ya queda poca crisis! Si no lo consigue, no le queda otra que presentar la solicitud de concurso de acreedores.
Debe saber que el concurso de acreedores se pensó para salvar a las empresas que pudieran ser viables del cierre por deudas. Sin embargo, a la hora de la verdad, en más del 90 por ciento de las ocasiones, sólo sirve para liquidar negocios de manera ordenada. Así pues, lo primero que usted tiene que pensar es que la situación de concurso casi siempre, por no decir siempre, va a concluir con la venta de su empresa por partes y a precio de saldo. Solo unas pocas salen beneficiadas del procedimiento y eso es porque prepararon el concurso con años de antelación.
Si puede alcanzar acuerdos con sus proveedores para evitar el concurso, hágalo. Si puede vender a precio razonable parte de su empresa a un competidor, véndala. Usted mejor que nadie sabe a quién le puede interesar y quién cuenta con medios para comprarla. Finalmente, si no le queda más remedio, debe presentar la solicitud de concurso de acreedores.
Para ello necesitará ayuda en materia legal y contable. Es verdaderamente importante estar convenientemente asesorado, pues del cómo y el cuándo pueden depender muchas cosas. De hecho, es posible que los efectos del concurso se extiendan más allá del ámbito de la propia empresa y lleguen a alcanzar al patrimonio particular de los administradores. Así que no se confíe, en un concurso hay mucho en juego.