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agosto 27, 2014  |  By Ignacio Domínguez Echeverría
Consejos ante un proceso de divorcio

El divorcio es con frecuencia un acontecimiento traumático en la vida de cualquier persona. La hostilidad suele sustituir al afecto con que la pareja inició su vida de casados, especialmente cuando hay hijos o bienes y derechos en común. El destino de la vivienda habitual, la custodia de esos hijos, el importe de las pensiones, son objeto de disputa y causa de conflictividad. Sin embargo, desde un punto de vista profesional, la separación y el divorcio, contencioso o no, en la mayoría de los casos concluye de manera muy convencional: los menores quedan al cuidado de la madre, el uso de la vivienda familiar se atribuye a ésta, por convivir con ellos, el padre resulta obligado a pasar una pensión para el sostenimiento de los hijos de una cuantía prácticamente preestablecida y las deudas comunes han de atenderse al cincuenta por ciento. Entonces, si tan previsible es el resultado, ¿a qué tanta conflictividad? ¿No es mejor resolver todas estas cuestiones de mutuo acuerdo?

En realidad, muchos de los procesos de divorcio llegan a los juzgados consensuados por las partes en lo que se refiere a sus efectos económicos o a la guarda y custodia de los hijos. Sin embargo, aún son muy numerosos los asuntos que se enquistan y llegan a los tribunales de forma contenciosa. Ello puede deberse a la imposibilidad de alcanzar acuerdos por rencor entre los cónyuges, o porque las exigencias de una u otra parte son desorbitadas, o porque algún compañero con pocos escrúpulos prefiere pescar en río revuelto, ahondando en las diferencias.

Si usted se encuentra ante un proceso de divorcio o separación, tiene un patrimonio corriente e hijos, le sugiero siga estos consejos:

  • Ante todo, ármese de paciencia. El proceso de divorcio o separación intensifica las tensiones y desavenencias entre las partes: trate de quitar hierro al asunto, no entre a todos los trapos ni discuta por nimiedades con su pareja. Se trata de alcanzar el acuerdo menos malo, de procurar que el perjuicio sea el menor para todos.
  • Asúmalo, el divorcio o la separación suponen per se una pérdida. Es una consecuencia lógica: usted no podrá estar con sus hijos siempre que quiera, como hasta ahora, sino que habrá que repartir su tiempo entre ambos progenitores; salvo que la pareja tenga más de una vivienda en su lugar de residencia, habrá que arrendar o comprar un nuevo hogar, con los gastos que ello conlleva; los ingresos de una unidad familiar divididos o repartidos entre sus miembros alcanzan para mucho menos que puestos en común.
  • Busque un abogado prudente. Contrate a un profesional que no colabore a distanciar aún más las posturas, sino que trate de alcanzar acuerdos con la parte contraria, que proponga soluciones asumibles y huya de posiciones maximalistas. Trate de ser práctico: el proceso se desarrollará más fácilmente y le saldrá mucho más barato.
  • Y, sobre todo, piense en el bien de sus hijos. Cuando el juez emita su sentencia y todo concluya, usted deberá seguir manteniendo contacto con su antigua pareja, hay mil detalles sobre la atención y cuidado de los hijos que habrá que resolver: las clases particulares, las actividades extraescolares, el cambio de un fin de semana, el reparto de los periodos de vacaciones… Usted tiene que seguir tomando decisiones sobre sus hijos y siempre será mucho mejor si las adopta de mutuo acuerdo con el otro progenitor. Por tanto, no queme todos los puentes, no rompa todas las vías de contacto con la otra parte, siempre tendrá necesidad de ellos.
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